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¿Procrastinas?

En general, procrastinar o lo que es lo mismo, evitar hacer ciertas tareas, es un enemigo en tu productividad y bienestar mental, ya que te impide aprovechar todas tus capacidades y acumular ruido interno ocupando espacio en tu cerebro que te frena para seguir avanzando en tu día a día.

Lo cierto es que cuando dejas una tarea para otro momento puede ser debido a que hay algo en esa tarea que puede ser una amenaza para ti, te va a generar un conflicto con algo o alguien o significa hacer una tarea muy tediosa, a pesar de saber que vas a conseguir un objetivo realmente deseado. Estas variables se pueden dar individualmente o combinadas, vamos a analizar cada una de ellas.

Hay algo en esa tarea que puede ser una amenaza para ti.

Las personas estamos programadas genéticamente para sobrevivir, esto es una realidad que se ve reflejada en muchos de los actos cotidianos que realizamos cada día. Cuando estás dejando de hacer algo, una parte de ti evita realizar esa tarea. Te pongo varios ejemplos: llamar para solicitar una cita médica, realizar gestiones administrativas de la casa o apuntarte al gimnasio. Son tres situaciones diferentes y sin darte cuenta pueden esconder detrás una “amenaza”. Una amenaza es algo que te hace sentir en peligro (real o ficticio) y para ti es importante. Quizá si solicitas esa cita médica, el diagnóstico o los resultados que esperas pueden no ser agradables, realizar las tareas administrativas te lleven a verificar que tus finanzas están patas arriba o apuntarte al gimnasio te quita tiempo de otras actividades que ahora son más prioritarias para ti. Identifica las amenazas que hay en tus tareas y neutralízalas poniéndote en marcha o eliminándolas de tu lista.

Te va a generar un conflicto con algo o alguien.

Puede ser que si realizas alguna de las tareas que tienes pendientes, el siguiente escalón sea enfrentarte a una persona o situación y se inicie un conflicto. Este factor es muy importante tenerlo en cuenta porque de alguna forma, realmente no estás procrastinando la tarea, sino el conflicto posterior. Prepararte para lo que puede llegar es la clave para poder realizar la tarea. Elijo de nuevo tres ejemplos: llamar a un familiar, tu jefe te pide preparar una nueva propuesta comercial de forma individual en el trabajo o realizar un escrito para expresar una queja en el colegio de tus hijos en nombre de un grupo concreto. ¿Qué pasa cada vez que llamas a ese familiar? Puede que te genere un conflicto con otro miembro de la familia o simplemente, la conversación que habitualmente mantienes con esa persona acabe prácticamente siempre en discusión. En el caso del trabajo, sabes que debes preparar una nueva propuesta comercial, sin embargo, en esta ocasión tu jefe te lo ha pedido a título individual, sin contar con tus compañeros del equipo al que perteneces, evidentemente esto te va a generar un conflicto con el resto de compañeros y tú lo sabes. Y finalmente realizar un escrito para expresar una queja va a hacer que después haya personas que no estén de acuerdo con la postura reflejada y probablemente te muestren su opinión en contra de tus creencias. La clave en estos casos es preparar los límites que deseas estableces en caso de conflicto.

Realizar una tarea muy tediosa para ti a pesar de  conseguir un objetivo que realmente deseas, por lo que eliges el placer inmediato, te cuesta diferir la recompensa.

Cuando es necesario realizar tareas que de alguna manera están en contra de lo que realmente piensas o quieres, en ese momento, generas un estado de incoherencia interna que te impide hacerlas de forma fluida. La realidad es que muchas de las tareas que implican responsabilidad en las actividades diarias nos resultan aburridas, tediosas o nos gustaría que las realizaran otros, sin embargo, eso no es posible, por lo que tarde o temprano las debemos hacer nosotros. Cualquier tarea como limpiar la casa, hacer la compra, planchar, cocinar, recoger un paquete de correos, actualizar el currículum, llevar el traje al tinte, hacerte un horario para estudiar, cumplir el horario que has hecho, son ejemplos de ello. La mejor forma de poder motivarte para hacerlas es conectarte con la consecuencia de haberla hecho, visualizarte en ese instante y alimentar la emoción agradable que supondrá.

Para que puedas dar pasos concretos, he recopilado esta lista de múltiples estrategias, algunas sencillas y otras no tanto, que combinadas o de forma independiente, pueden ayudarte a reducir bastante tu nivel de procrastinación, tú eliges cuál te puede ayudar más a conseguir avanzar en tus tareas:

  1. Utiliza la Regla de los Dos Minutos. Si estás planificando una acción que se puede hacer en menos de dos minutos, no la planifiques; hazla. Puedes extender ese tiempo a 5 ó 10 minutos. Si haces de esta regla un hábito, habrá una multitud de tareas que no vas a tener la oportunidad de posponer.
  2. Da un pequeño primer paso. Si temes a una tarea por el motivo que sea, plantéate trabajar solo 5 minutos y dejarlo. Cuando empiezas a trabajar el miedo se desvanece y coges inercia para continuar y terminar el trabajo. Al dar el primer paso vences esa resistencia y empiezas a ver de otra manera cosas que antes te parecían imposibles. Deja de pensar y hazlo.
  3. Las rutinas ayudan. Si conviertes las tareas repetitivas y aburridas en rutinas, terminarás haciéndolas sin apenas esfuerzo. Las rutinas son hábitos o costumbres que haces de forma casi inconsciente y simplifican tu vida.
  4. Toma decisiones. Muchas veces vas aplazando una tarea inconscientemente, simplemente porque no te paras a pensar en ella. Dedica un par de minutos para aclarar qué significa realmente esa tarea y toma una decisión al respecto. Puede que decidas demorarla de una manera racional, en cuyo caso no estás procrastinando y no te sentirás mal por ello.
  5. Haz un seguimiento de tu tiempo. Anota en algún sitio qué tareas realizas cada día y cuanto tiempo has dedicado a cada una. Al anotar tu tiempo creas un compromiso interno que te hace ser más responsable con respecto a cómo lo utilizas.
  6. Aprende a decir no. Apuesto a que muchas de las tareas que pospones son compromisos que te has buscado por no saber decir que no. Sé asertivo y deja que los demás se ocupen de “sus asuntos”.
  7. No tengas miedo a abandonar. Puede que no sea el momento de hacer algo. A veces creemos que tenemos que hacer algo simplemente porque lo hemos empezado. Si el tiempo hace que esa tarea ya no tenga sentido o no sea lo suficientemente importante, simplemente déjala y haz otras cosas.
  8. Gestiona tu energía, no tu tiempo. Es importante que trabajes en tus mejores momentos. Si estás agotado o de mal humor, tus probabilidades de aplazar tareas aumentan considerablemente. Para tener una mejor actitud, descansa lo suficiente, controla lo que comes y haz ejercicio.
  9. Divide el trabajo en tareas pequeñas y concretas. Un proyecto grande y complejo puede resultar abrumador. Al dividirlo en pequeñas tareas consigues ver claro el camino y la resistencia a enfrentarte a él disminuye.
  10. Establece una recompensa para cuando termines esa tarea que se resiste. Motívate pensando en lo que harás después de hacerla—algo que realmente te apetezca, te relaje y no suponga ningún esfuerzo. Define tus propios incentivos.
  11. Haz que sea divertido. Si se trata de una tarea aburrida, busca maneras de hacerla divertida. Juegos, técnica Pomodoro, recompensas en cada avance, etc.
  12. Hazlo público. Si se trata de un reto importante, hazlo público. Habla de ello con tu familia y con tus amigos, publícalo en tus redes sociales, en tu blog… Te sentirás responsable y comprometido, y te costará aplazar el trabajo.
  13. Utiliza las palabras adecuadas. Expresa las acciones de forma clara, concisa y motivadora. Una buena definición de la tarea será crucial cuando te enfrentas a ella.
  14. Utiliza una lista de tareas corta. Una lista larga puede arruinar tu sensación de control y convertirse en una fuente de estrés y frustración. Cuanto más corta sea tu lista de las próximas acciones, más fácil te resultará mantener el foco en lo que de verdad tienes que hacer.
  15. Revisa regularmente tus objetivos. Si una tarea es complicada, incierta o aburrida, pero es importante para lograr un objetivo, tener siempre presente esa meta debería ayudarte a no procrastinar.
  16. Trabaja tus hábitos. Si te conoces a ti mismo y averiguas por qué aplazas constantemente cierto tipo de tareas, podrás cambiar tus hábitos y encaminarlos hacia una menor procrastinación y una mayor productividad.
  17. Evita las distracciones. Cuantas más tentaciones tengas para hacer otra cosa en vez de lo que tienes que hacer, más fácil será procrastinar. Mantén el móvil, las notificaciones y el acceso a internet desconectados cuando te dispongas a afrontar tareas complicadas.

 Silvia Iglesias Gómez

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